Capitulo 47

Cuenta Paula:

Salí del laburo, y tal como había arreglado a la mañana me dirigí a la casa de mis viejos.

Ingrese con mis llaves, y al entrar al departamento me encontré con mi mama sentada en el comedor viendo uno de los programas de chimentos de la tarde y la mesa preparada con el café y su torta de ricota casera.

Nada mejor que los mimos de una madre en estos días.

Me encontraba con el ánimo por el piso, totalmente frustrada.

Hacia cuatro meses que con PP buscábamos un bebe y no lográbamos concebir.

Mis llantos estos últimos días eran recurrentes e inoportunos.

Estaba sensible por demás y mi ansiedad iba en aumento.

Hijita, hola mi amor - dijo acercándose y dándome un abrazo -

Hola ma -

Como estas hijita, veni ponete cómoda -

Todo bien -

No me mientas mi amor, viniste un día que estas llena de trabajo y me pediste que te haga tarta de ricota, que pasa -

Porque me conoces tanto - sonreí -

Porque sos mi hija, mi bebe -

Bebe, palabra clave, ojos llenos de lagrimas, sensibilidad al máximo. Bipolaridad al nivel más alto.

Ey hijita que pasa? Estas triste - seco algunas de las lagrimas que caían sobre mi rostro e hizo que me siente al lado de ella -

Mami ... nunca me sentí así -

Me doy cuenta mi amor, pero porque? Estas mal con Pedro? -

No mami, al contrario, no es ese el problema -

Y entonces qué pasa? Las cosas están mal en el trabajo? -

Quiero tener un bebe con PP Ma -

Que lindo hija... Ah ya entiendo, el no quiere? -

Si él quiere, el me lo propuso hace unos meses -

Y porque estas así? -

Porque no quedo Ma... Tengo miedo -

Anda al médico hijita, tal vez están tan pendientes que por eso no llega, no te maquines. Pedí un turno con el médico y el te va a decir que hacer -

Tenes razón voy a hacer eso - dije serenándome un poco -

Va a estar todo bien mi amor, a veces los hijos no llegan fácilmente, y es necesario recorrer todo un camino. Pero lo valen, porque son lo más hermoso de la vida - acaricio mi cara -

Te amo -

Y yo a vos mi vida, vas a ver qué vas a poder ser mama no te preocupes -


Luego de un rato de charla...

Muy rica mami otro día te voy a pedir la receta y me voy a animar a hacerla -

Cuando quieras mi amor, pero no hay como la de mama, a mi me encanta hacértela - dijo sonriendo -

Bueno me voy a ir yendo así descanso un rato supongo que va a venir PP más tarde pero no me llamo -

Dale anda mi amor, nos hablamos -

Dale yo te llamo y te cuento que es lo que va pasando -

Dale mi vida anda tranquila -

Me despedí de mi mama, deje saludos para mi papa y mis hermanos y me subí al auto.

Con el volumen de la radio al mínimo llegue y estacione en la esquina.

Al llegar al edificio me sorprendí. PP se encontraba en la puerta con un ramo de rosas en su mano. 

Al ingresar al departamento nos acostamos a dormir una siesta los dos juntos.

Estaba angustiada y quería tratar de que PP no lo sintiera, no quería que el también se ponga mal.

Pero cuando me despertó no lo pude evitar, no hubo forma de ocultarlo, y me largue a llorar en sus brazos.

Mama … mama me dijo que vayamos al médico, que pida un turno –

Ey no llores mi amor, necesito que te tranquilices un poco de verdad – y el solo acariciaba mi pelo tratando de consolarme –

Mira si tengo algún problema y no puedo darte nunca un bebe? – dije angustiada –

Mi amor, no te maquines, por ahí el problema soy yo, y no vos, y si es así, lo vamos a enfrentar juntos, hay miles de tratamientos gordita no te pongas mal por favor –

Tengo miedo mi amor… -

Tranquila, mañana fijate y pedí turno con algún médico, o si conoces a alguien de tus colegas le preguntas, yo te acompaño a la consulta no te preocupes –

De verdad me lo decis? Me vas a acompañar? –

Obvio mi amor, siempre juntitos – beso toda mi cara para luego terminar en mis labios – te amo

Yo tambien PP –

Queres comer algo? –

Vamos a un AutoMac? Muero de ganas de comer una hamburguesa con bacon –

Ah bueno – rio – la ansiedad te tiene brava, sabes bien que comer, ni dudas tenes

No seas malo queres –               

No soy malo, me encanta porque no estás tan flaquita – dijo tocando mi cola y sonriendo –

Vamos, deja de tocarme – reí –

Ah tenes razón, ahora no, después de comer te toco más tranquilo y con más tiempo –

Definitivamente lo que necesitaba era estar con él.

Tenía ese poder de lograr que pase del llanto a la risa en tan solo segundos.

Éramos un complemento perfecto.

Cuando uno estaba mal, el otro estaba bien, cuando uno lloraba el otro reía, y así nos ayudábamos mutuamente, éramos dos piezas que se complementaban a la perfección.